En un mundo en el que los fachapobres (esos desgraciados seres
semihumanos) defienden en contra de sus más elementales derechos (y
muchas veces a costa de su propia vida y la de sus hijos) la existencia
de multimillonarios que les parasitan, quizás sea hora de decir la cruda
verdad: que este desigual y corrupto sistema económico tiene que
cambiar.
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