Las multinacionales farmacéuticas no se diferencian en nada de otras empresas que fabriquen automóviles o latas de sardinas, ya que en todos los casos el objetivo final de sus altos directivos (y por lo que cobran escandalosos sueldos, bonos y pluses varios) es tener contentos a los accionista aumentando la cuenta de beneficios de la empresa.
Y entonces, para obtener los mayores rendimientos, la I+D farmacéutica ha derivado sus inversiones a los
medicamentos que tratan enfermedades crónicas, en donde el paciente es un
consumidor cautivo durante años o incluso décadas, o de morbilidad y mortalidad
poco elevadas, mientras que serios problemas de salud pública como son las
infecciones bacterianas han quedado huérfanos de I+D+i (tal y como indica el
siguiente video extraído de una Ted Ed Talk)
poniéndose en peligro el actual sistema sanitario en su conjunto y la salud pública mundial, puesto que sin antimicrobianos efectivos una simple apendicetomía se puede convertir en una sentencia de muerte.
Es por ello que es prácticamente suicida para una sociedad moderna el dejar en manos de la iniciativa privada la elección de qué tipos de medicamentos vamos a tener disponibles en los próximos años o décadas. Y por tanto, cualquier gobierno mínimamente responsable debería poner los recursos necesarios para desarrollar un sistema de I+D+i en medicamentos orientado a las necesidades sanitarias de la ciudadanía y no al comportamiento bursátil de las multinacionales farmacéuticas.
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