Los creyentes son individuos tan
idiotizados por esos supuestos mensajeros e intermediarios celestiales que son totalmente
incapaces de reconocer el esfuerzo, el talento y la creatividad de aquellas
personas que realizando una dura y más que encomiable labor día a día han sido
capaces de mejorar las condiciones de vida de la sociedad con los más que
sorprendentes y actuales niveles de progreso, confort y seguridad.
Y sin embargo todos esos logros, que son habituales en la sociedad moderna como son por ejemplo el suministro constante de infinidad de alimentos en perfectas condiciones higiénicas o los tratamientos médicos más que avanzados que han multiplicado la calidad y la esperanza de vida, increíbles mejoras que se han conseguido a pesar de la abstrusa y más que recalcitrante oposición de los diferentes profetas y sus fanáticos seguidores son sin embargo cuando aparecen automáticamente considerados, sin ningún tipo de vergüenza o rubor intelectual, dádivas milagrosas provenientes de un supuesto dios bondadoso y misericordioso (que a pesar de haber diseñado exquisitamente la infinidad de tormentos que llevan asolando a la Humanidad desde su más que remotos inicios) dicen que vela por nuestra felicidad según estos hipócritas y alucinados seguidores de entidades sobrenaturales.
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