Las multinacionales del planeta han deslocalizando sus fábricas y centros de producción a países del tercer mundo con el argumento de que los costes de fabricación en esos países son más baratos y que sus factorías en cualquier otro país medianamente desarrollado son en la práctica ruinosas. Y esta afirmación solo es cierta si se hacen las cuentas de manera totalmente engañosas.
El neoliberalismo rampante sólo
considera los gastos directos derivados de la actividad empresarial. Y claro así
por supuesto que no salen las cuentas de fabricar algo en Europa, ya que eso no
sólo implica salarios altos (aunque cada vez más menguados) de los
trabajadores, sino cumplir toda una legislación más o menos protectora de los
individuos, la sociedad y el medio ambiente.
Por el contrario en el tercer
mundo los sueldos (eso cuando no se fabrica explotando directamente mano de
obra esclava o infantil) no sólo son mucho más bajos, sino que sobre todo la
ausencia de legislación o la incapacidad para aplicarla permiten transferir la
gran mayoría de los gastos de producción al paupérrimo país que acoge la
fábrica, ya que las fábricas pueden contaminar todo lo que quieran y esquilmar
los recursos naturales sin freno.
En el siguiente extracto del estremecedor
documental Poison
Fire se expone el caso de la multinacional petrolera Shell que destruyó
el delta del río Níger con sus malas prácticas empresariales, ya que
en un país sin legislación ambiental alguna, la multinacional no tuvo que
invertir un sólo euro en trabajar de forma eficiente, con lo que durante
décadas pudo permitirse error tras error, accidente tras accidente y desastre
natural tras desastre natural hasta llegar a la situación actual, en donde
están contaminados miles de kilómetros cuadrados con millones de litros de
petróleo vertidos al frágil ecosistema del mencionado rio de tal forma, que
estos terribles vertidos están haciendo enfermar a miles de personas del país
africano.
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