Los teólogos llevan milenios devanándose los sesos por el insoluble Problema del Mal, ya que en su infinita debilidad mental deben asumir una gran contradicción: que su dios es bueno a la vez que
todopoderoso.
Pero como ya indicaron acertadamente algunos filósofos griegos como Epicuro,
los dioses no pueden ser a la vez las dos cosas.
Es más, a la vista de los hechos tendríamos que presuponer (en caso de que existieran) que las divinidades todopoderosas son a la vez infinitamente malvadas, tal y como muy acertadamente indicó en su momento el filósofo Stephen Law:
"El problema al que se enfrentan los defensores del monoteísmo clásico es el siguiente: hasta que puedan proporcionar una buena base para suponer que la tesis de la simetría es falsa, carecen de una buena base para suponer que la hipótesis del dios bueno es más razonable que la hipótesis del dios maligno, la última hipótesis."
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