Una de las más poderosas pruebas contra la existencia de
dios es que, a pesar de miles de años de vehementes afirmaciones por parte de
los creyentes, a día de hoy solo queda el “testimonio” absolutamente particular
y muchas veces delirante de algunos de los miembros menos dotados
intelectualmente y más disparatadamente dementes de esta nuestra especie de
monos bípedos, con mucho cerebro y poco seso, en defensa de la divinidad.
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