Pero dejando de lado las miles de deidades que han sido adoradas por los humanos en algún momento de nuestra ya larga historia, es más que curioso que los católicos de España o Italia, los protestantes de Suecia o EEUU, los ortodoxos rusos o griegos, los coptos egipcios, los chiítas iraníes, los sunitas indonesios, los budistas de Sry Lanka, los judíos de Israel o los hinduístas de la India piensen ¡menudo eufemismo! que solo ellos y los que les rodean han sido agraciados por nacer en el país correcto, en la región correcta y con la piadosa familia adecuada, a diferencia por supuesto de esos otros miles de millones de herejes y apóstatas que han elegido dioses falsos y que por tanto, pasarán toda la eternidad atormentados en el Infierno.
Es por ello que analizado todo este ya viejo asunto desde el más estricto punto de vista racional es evidente que todos ellos están equivocados y únicamente han sido objeto de un lamentable y peligroso engaño desde el mismísimo día en que nacieron.
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