La delirante y ofensiva base del cristianismo es una más que terrible podredumbre
moral, ya que bajo un supuesto manto de piedad, amor y tolerancia se
enseña fanáticamente a las personas que sus preciosos hijos recién
nacidos, esos indefensos, increíbles y maravillosos bebés recién
paridos, con sus cuerpecitos frágiles y asombrosos son sin embargo unos
individuos malvados, corruptos y culpables del mayor delito que pueda
cometer un ser humano.
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