Nadie puede negar que el cristianismo (como cualquier otra religión) está basado y rebosa por todas sus partes una profunda misoginia, un desprecio y un odio hacia la mujer que en caso de ser expuesto por cualquier agrupación o asociación sería inmediatamente puesta a disposición judicial.
Pero sin embargo la santa madre iglesia y
el resto de sectas cristianas pueden seguir minusvalorando,
despreciando, insultando y humillando al sexo femenino sin ningún tipo
de miedo a la crítica, y mucho menos de responsabilidad social o
penal.
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