Parece que la libertad de expresión
en el nuevo Egipto tras la caída de Mubarak es un proceso efímero. Así parece
demostrarlo el hecho de que un tribunal
egipcio haya condenado recientemente a un ciudadano a tres años de cárcel por
"perjudicar deliberadamente la dignidad del Islam al mofarse y
menospreciarlo en su cuenta personal de Facebook” y utilizar “expresiones
deshonrosas contra el Corán, el profeta Mahoma y los musulmanes". Si los egipcios no se andan con cuidado van a
acabar en una república islámica al estilo de Irán y la sangre derramada en la reciente
revolución sólo va a servir para que vuelvan al oscurantismo medieval.
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