Pero dejando de lado que como he indicado antes, no existe prueba alguna de la existencia de esas supuestas entidades (salvo en la demencial imaginación de profetas analfabetos y claramente necesitados de experta ayuda psiquiátrica), el “razonamiento” (si es que se puede definir así esta monstruosa falta de sensatez) de los creyentes, lejos de solucionar el problema lo lleva a un punto irresoluble ya que el diseñador del Cosmos debe ser por la lógica más elemental mucho más complicado y sofisticados que su creación.
Y entonces el incluir a los dioses en la ecuación únicamente complica hasta el infinito ya que en ese punto habría que explicar de dónde salieron esas entidades mucho más complejas que el Cosmos y sobre las que ya no tenemos indicio alguno de su existencia y propiedades.
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