26 de noviembre de 2024

El conocimiento científico sobrevive a los cataclismos mientras que las diferentes religiones van y vienen

Imaginemos por un momento que por un cataclismo social la Humanidad vuelve a la barbarie y toda la civilización desaparece. Pasados unos siglos, es evidente que las mentes más brillantes del futuro irían redescubriendo desde cero las Matemáticas y la Ciencia en general para llegar con mayor o menor esfuerzo a las mismas certezas científicas que tenemos ahora: forma de la Tierra, tamaño del Universo, leyes de la Física y de la Química, desarrollo y evolución de la vida, compresión de la fisiología y de las patologías humanas, etc.
 
Imaginemos ahora también que en ese mismo cataclismo social todos los libros sagrados de todas las religiones desaparecieran sin dejar rastro alguno, de modo que todos los mitos y leyendas actuales de las diferentes religiones se esfumaran completamente. ¿Qué pasaría con la religión? Es más que evidente que la Humanidad volvería a inventar dioses, pero es bien cierto también que estas serían nuevas divinidades totalmente diferentes a las actuales o a las de tiempos pasados. Así, nadie inventaría otra vez a Thor, Zeus, Quetzalcóatl o Viracocha y por supuesto que Iahvé, el dios judeocristiano, Ganesha, Shiva o Alá nunca volverían otra vez porque la imaginación de esos nuevos creyentes iría por otros derroteros diferentes a los de los judíos de la Edad del Bronce, los indios de hace milenios o los beduinos del siglo VII EC.

Porque en esta comparación es evidente que si no hubieran nacido Darwin o Medel las leyes de la evolución y de la genética hubieran sido descubiertas por otros. Ya que de hecho históricamente fue así. Wallace descubrió el evolucionismo después que Darwin, aunque la carta que el primero escribió informando de su descubrimiento a este último sirvió de acicate para escribir el origen de las Especies, un libro que Darwin llevaba décadas imaginando. Mendel propuso las leyes seminales de la genética, pero como publicó sus resultados en una oscura revista científica alemana, este importante conocimiento pasó totalmente desapercibido y tuvieron que pasar otros 35 años hasta que Hugo de Vries, Carl Correns y Erich von Tschermak volvieron a formularlas. 

Sin embargo si no hubieran nacido Jesucristo (y sobre todo Saulo de Tarso) el cristianismo no hubiera existido nunca. Y sin Mahoma o Buda ahora mismo no habría creyentes en el Islam o en el Budismo, y así los simples de mente de la actualidad estarían adorando a otro conjunto distinto de estupideces pergeñado por los delirios de otros profetas dementes distintos.

Y estas profundas verdades se pueden extrapolar al caso de que existan y pudiéramos contactar con civilizaciones alienígenas. Mientras que su pensamiento mágico (si es que lo tienen) irá con toda seguridad por otros derroteros que quizás sean hasta ininteligibles para nosotros, es más que seguro que ambos tipos de seres inteligentes descubriríamos con orgullo que hemos coincidido en los mismos conceptos de Matemáticas, Física o Química.

Porque Ciencia solo hay una, mientras que los delirios son más que particulares de cada individuo, cada grupo o sociedad y por tanto son irrepetibles en su supina estupidez.

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