Los creacionistas, esos niños más que infantiloides asidos a los delirios de unos pastores de cabras de los desiertos judaicos de la Edad del Bronce, afirman ¡sin rubor alguno! en el más que hiperdesarrollado siglo XXI que el más que infinitamente vasto Universo que la Ciencia ha desvelado (parcialmente todavía) no es más que un engaño pergeñado por científicos ateos al servicio del Maligno y que sin embargo, el más que delirante cuento de una estrella y media docena de planetas orbitando alrededor de nuestro más que insignificante roca madre es todo lo que un diosecillo del tres al cuarto pudo imaginar en una semana de más que chapucero trabajo.
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