La comparación de la propia existencia del inmenso e inimaginable Universo en el que vivimos con las tradiciones religiosas, lejos de constituir una prueba de la existencia de un dios creador son en realidad la constatación más fehaciente de que algunos seres humanos tienen una más que desbordante imaginación que les ha llevado a la más que disparatada creencia de que todo gira alrededor de sus más que patéticas existencias.
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