Desgraciadamente el rebaño religioso es una hidra descerebrada, en donde cualquier hecho o simple coincidencia únicamente sirve para reafirmar la estúpida y delirante creencia de que los profetas y las divinidades a las que dicen representar son reales. Y por supuesto, todo aquel que ose desafiar de cualquier manera a esta muchedumbre idiotizada y fanática ya sabemos como termina.
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