El humorista George Carlin es capaz de destrozar como nadie el sinsentido de la religión: hay que adorar de la forma adecuada a la divinidad. Y por supuesto esa forma es siempre totalmente diferente a como la adorar esos impíos herejes que no tiene comunicación directa (como nosotros, los verdaderos y únicos creyentes) con el más allá.
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