A veces el cine muestra mucho más palpablemente que la
realidad la eterna estupidez de esos miles de millones de personas que piensan
(bueno eso es un decir) que son el resultado de un experimento genético divino consistente
en mezclar un trozo de barro y una costilla para ser convertidos por arte de
birlibirloque en los reyes de una creación de atrezo realizada más que
chapuceramente en tan sólo seis días por un diosecillo del tres al cuarto,
egomaníaco y más que desequilibrado.
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