El conocimiento científico nos dice que el Universo tiene una extensión al menos de 93 mil millones de años luz y que desde el Big Bang han pasado unos 13 mil millones de años. Se estima que existen más de cien mil millones de galaxias en el universo observable. Se calcula que nuestra galaxia, la Vía Láctea, contiene entre 200 mil millones y 400 mil millones de estrellas. Nuestro sistema solar se encuentra en uno de sus brazos, conocido como el Brazo de Orión a unos 28 mil años luz del centro de nuestra galaxia. Es decir, los humanos existimos en un planeta remoto, perteneciente a una galaxia cualquiera, de un Universo casi inimaginable desde hace prácticamente nada de tiempo. Nuestra presencia en el Universo sería equivalente a la aparición hace unos segundos de una nueva bacteria en un minúsculo charco de un remoto, pequeño y aislado atolón en medio de un océano inconmensurable. Sin embargo todas las religiones del mundo nos consideran el ejemplo máximo de perfección y el motivo por el cual existe este inconcebible espacio-tiempo ideado por una entidad tan aburrida como todopoderosa. ¿No resulta todo ello absolutamente pueril y ridículo?
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