Los estúpidamente adocenados miembros de la disparatada grey religiosa tienen una tan delirantemente particular (i)lógica que ante cualquier evento de la vida deciden siempre optar por la explicación más
extraña y también la menos plausible de todas, esa que en lugar de concluir que el suceso en
cuestión puede ser debido a alguna de las casi infinitas causas naturales que pueden ocurrir, sin embargo siempre eligen la más descabellada y extravagante demostración, esa que dice que un extraterrestre, que un espíritu del más acá, o del más acullá o que una entidad
atemporal y todopoderosa ha perdido su tiempo en interaccionar o fastidiar a un simple mono bípedo, con poco o nulo intelecto pero con un ego casi infinito. Y así les
va a esos pobres imbecilizados ilusos.

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