11 de noviembre de 2025

Los remedios naturales a bases de hierbas no son tan inócuos porque pueden producir cáncer

Quizás uno de los mayores errores actuales dentro de la supuesta "medicina" alternativa es la creencia popular de que los llamados «remedios naturales» a base de plantas son siempre beneficiosos y que nunca tienen ningún efecto secundario dañino.

Pero hay que tener en cuenta en ese casi infinito mundo de las medicinas alternativas que la presunción de todos los adeptos a las tradiciones milenarias (sobre todo cuanto más lejanas mejor) que se dejan engañar por el exotismo de los «remedios naturales» con el argumento de que si los chinos, los indios o los habitantes de Nueva Guinea Papúa o del Tíbet llevan consumiendo siglos una u otra planta para "curar" una determinada enfermedad es la prueba irrefutable de que el remedio en cuestiónes efectivo y seguro, es muchas si no todas las veces errónea. 

Porque sólo hay que acudir a la farmacopea oriental con un mínimo sentido crítico para entender que por muchos siglos que se lleven usando los huesos de tigre o el polvo de cuerno de rinoceronte (que es básicamente queratina, una proteína muy abundante en nuestra piel y el principal componente de nuestro pelo y nuestras uñas) no pueden curar a la vez el cáncer,  combatir los problemas hepáticos y la fiebre y servir además afrodisiaco y potenciador de la masculinidad como el famoso Bálsamo de Fierabrás cervantino. Porque muy desgraciadamente la única propiedad de estas sustancias "naturales" suele ser que provocan el exterminio de los pobres animales que tienen la desdicha de convertirse en el centro de atención de estos chamanes anclados en la prehistoria médica de nuestra especie.

Pero es que además estos remedios al no haber sido analizados nunca en ensayos científicos suelen ser habitualmente ineficaces aunque inócuos, pero otras veces sin embargo son peligrosamente tóxicos. Y este es el caso de la Aristolochia, un género de plantas repartido por casi todo el mundo y que desde hace milenios se incluyen como remedios naturales de la medicina tradicional tanto de occidente (los griegos la usaron profusamente en la antigüedad) como de oriente. Tan extendido está su uso en China que a finales del siglo XX hasta un tercio de los taiwaneses consumían habitualmente preparados con esta planta bajo prescripción médica de los «profesionales» de la medicina tradicional china. Porque estas plantas parecen ser la panacea universal capaces de curar prácticamente cualquier mal: reumatismos varios, facilita el adelgazamiento, alivia los síntomas menstruales o sirve para facilitar el parto ya que su flor tiene una forma que se asemeja al útero humano. Como ven una prueba evidente de la absurda lógica de los «rigurosos» principios científicos con los que estos curanderos de hoy en día organizan y eligen los tratamientos.

Y aunque se siguen utilizando en medio mundo como "medicinas naturales"  desde los años 90 del siglo pasado se conoce la toxicidad de estos remedios. Así varias mujeres belgas que tomaban preparados de aristocholia para adelgazar desarrollaron una insuficiencia renal severa que las llevó a necesitar atención hospitalaria y diálisis. Este y otros casos de posteriores llevaron a la FDA norteamericana en 2001 a pedir la interrupción de todos estos "tratamientos" chamánicos basados en esta planta ya que la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer clasificó en su momento los compuestos a base de hierbas derivados de aristocholia como carcinógenos del Grupo 1, lo que significa que hay suficiente evidencia de que causan cáncer en seres humanos más o menos al mismo nivel que fumar tabaco. 

Además otros estudios [1 y 2]  encontraron que preparados "medicinales" basados en estas plantas provocan cáncer en el aparato urogenital. Y todo ello sigue siendo de importante actualidad ya que como indican los autores de estos estudios, a pesar de todas las advertencias y prohibiciones emitidas desde hace décadas, los remedios a base de aristocholia continuan siendo utilizados a día de hoy por muchos practicantes de la medicina tradicional china y además puede conseguirse fácilmente a través de Internet. 

Este el gran problema con la superstición y las pseudomedicinas, que son inmunes a las pruebas. Así que únicamente cabe esperar el diagnóstico de más casos de cáncer en desprevenidos individuos que incautamente caigan en manos de «profesionales» de la medicina tradicional china, que aunque pueden vender por internet sus «remedios naturales» son incapaces de conectarse al Pubmed para informarse de lo dañino que son sus terapias.  

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