El cristianismo con su perverso lavado de cerebro ha
conseguido que millones de pobres descerebrados idolatren a profetas dementes
capaces de asesinar a sus hijos en nombre de un dios colérico y cruel.
Es por ello que los monoteístas judeo-cristiano-musulmanes no solo no deberían tener ningún tipo de privilegio moral, sino que tendrían que ser profundamente escrutados por los servicios sociales por si alguno de ellos en su delirante locura vuelve a oír a Yahvé ordenarle matar a su hijo.
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