Adoctrinar a la infancia en el pecado, en un ser que todo lo
ve y que puede condenar al castigo eterno del infierno no es ningún tipo de
enseñanza y mucho menos de moralidad, es simple tortura psicológica que
destruye la autoconfianza y que crea seres emocionalmente dependientes y maleables,
individuos psicológica y a veces psiquiátricamente enfermos incapaces de
enfrentarse a la realidad con su propio pensamiento. Porque lo único que enseña
la religión es a ser esclavos físicos y mentales de quienes detentan el poder.
Es por ello que la religión debería considerarse y ser perseguida por ley como lo que es: maltrato infantil de la peor especie.
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