Los creyentes en su infinita y ególatra estulticia afirman
que una entidad atemporal y omnisciente se dedica a perder su infinito tiempo
en satisfacer los absurdos e inanes anhelos y egoístas deseos de unos pobres
monos bípedos.
Pero lo que parece que obsesiona a los dioses es què narices hacemos con nuestro pene o nuestra vagina y sobre todo con quién, cómo y dónde fornicamos.
En resumen, todo un particular y sobre todo estúpido comportamiento para un(os) ser(es) supuestamente omnisicente(s).
Pero claro, todo este "misterio" se desvela cuando se comprende que los dioses son solo patética y egoístas invenciones de algunos de los miembros menos dotados intelectualmente (y más claramente psicóticos) de esta nuestra tan particular como irracional especie de primates sin pelo.
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