Porque no hay que ser un psiquiatra experto para observar
que la religión se construye sobre la base de una autoridad incuestionable, un
castigo invisible y un pensamiento moral dogmático en blanco y negro que, junto con
un control absoluto de personas que se dejan humillar (no por casualidad los seguidores
del nazareno demente se comparan ¡con orgullo! con ovejas y rebaños) es
claramente patológico.
Y lo único que impide tratar a los religiosos adecuadamente es que son tantos millones y con tanto poder que han hecho de su locura algo aceptado y hasta encomiable individual y socialmente.
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