26 de marzo de 2025

El que cada creyente vea a un dios diferente es prueba irrefutable de que todas las visiones son errores del cerebro

Durante siglos el gran “argumento” de los creyentes ha sido: créeme, porque yo he visto/hablado con … Y aquí los religiosos rellenan los puntos suspensivos con Yahvé, Jesucristo, Alá, Buda, Zoroastro, Ghanesa, Osiris, Zeus, Viracocha, Quetzalcóatl o el dios particular que cada profeta haya inventado en sus momentos de “inspiración”, generalmente bajo los efectos de diversas sustancias psicotrópicas y/o mortificaciones, abstinencias y demás tormentos masoquistas (tanto físicos como psíquicos) a los cuales son tan proclives este tipo de enfermos mentales.

Pero el hecho de que un creyente interprete cualquier fenómeno “extraño” como una revelación de la deidad de su elección, incluso ver a Jesucristo o a Mahoma en un tostada quemada muestra de manera irrevocable la base de todo este absurdo y delirante comportamiento: el malfucionamiento de unos cerebros evolutivamente seleccionados para encontrar patrones (aun cuando estos no existan) asociados a caras y vocalizaciones humanas, que es la gran(y delirante) especialidad de la mente sapiens.



 

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