Aunque vivimos en un mundo absolutamente dependiente de la Ciencia, miles de millones de pobres ignorantes (y lo que es mucho peor, la gran mayoría de los dirigentes mundiales) siguen buscando “explicaciones” y consejo escudriñando mohosos libros del pasado que, por haber sido escritos por profetas analfabetos (además de desequilibrados), nada tienen que aportar al hipertecnológico siglo XXI.
Y muy desgraciadamente, este supersticioso comportamiento solo puede llevar al desastre más absoluto en un mundo para el que nos hemos convertido en un parásito que está desangrando la misma Naturaleza y que amenaza con llevarnos a un suicidio colectivo con características de genocidio global.
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