Quizás una de las más patéticas muestras del papanatismo
ignorante que implica la religión es cuando el sotanado de turno se dedica a
mojar con un hisopo milagroso a toda una fila de uniformados, en una muestra de
la secular simbiosis entre dos organizaciones poco dadas al raciocinio y que
suelen utilizar su cabeza unicamente para portar sombreros a cual más ridículo sin utilizar nunca su cerebro carcomido por el virus de la fe.
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