Una de las más duras experiencias a las que se enfrentan esos
infantiloides miembros de la especie (poco sapiens) humana que anteponen
sus creencias a la cruda realidad es sufrir en sus propias carnes que,
todo lo que han leído y difundido por las redes sociales es mentira
cuando esos inteligentemente diseñados virus se ceban en sus carnes y acaban muriendo irremediablemente por su estúpido y arrogante analfabetismo científico.
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