La iglesia católica estadounidense no solo permitió sino que colaboró durante décadas con esos miles de depredadores sexuales con alzacuellos para esconder sus horribles delitos, entorpeciendo además todo lo que pudo las denuncias de las víctimas. Y aún así millones de descerebrados siguen considerando a esta secta una guía de rectitud moral. Este sí que es el gran milagro del catolicismo y no esas sandeces sobre arruinar a honrados panaderos, ganaderos y pescaderos de la Judea romana.
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