26 de marzo de 2024

Un milagro ateo

Si los ateos fuéramos por el mundo como los creyentes sería del todo risible. Sin embargo, esas profundas idioteces de ver el rostro de Cristo, de la virgen o de San Apapurcio mártir en una tostada o en las manchas de humedad de una pared no sólo cuentan con todo el respeto de millones de semideficientes mentales, sino que muchas veces sirven para “certificar” la existencia de una deidad supuestamente benevolente que, sin embargo tortura hasta la muerte por inanición o de cáncer a millones de niños cada año. Pero así es el disparatado y más que ofensivo mundo en el que viven miles de millones de descerebrados.



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