1 de abril de 2017

Llevando hipócrita consuelo a los que tu propio dios tortura

Una de las más grandes y ofensivas paradojas de la religión es que los supuestos representantes de esos iracundos dioses, capaces de enviar las mayores desgracias a sus más que desgraciados acólitos, luego llevan esperanza a esos mismos pobres desesperados que han sido tocados por la ira divina.


Y así el papa Francisco visita a unos pobre niños ciegos para consolarles del hecho que el dios católico (el único verdadero, que los demás sabemos que únicamente son invenciones de Satanás para confundir a los impíos)  en su infinita generosidad y poder les ha hecho nacer ciegos. ¡Qué triste y miserable paradoja!

Algo así como si el lugarteniente de Hitler hubiera visitado los campos de exterminio nazis dando besitos en la frente a esos mismos niños judíos que Hitler, su líder omnímodo había decidido torturar hasta la muerte.


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