24 de abril de 2017

El velo es un ofensa hacia las mujeres oprimidas del mundo islámico



En el mundo occidental se da la ofensiva paradoja de que alguna personas muestran su "libertad" mostrando ostensiblemente las más terribles cadenas del sometimiento al sexismo y a la discriminación.

¿Se imaginan un judío paseando por la Quinta Avenida neoyorquina vestido con el uniforme de las SS, portando una cruz gamada y un ejemplar del hitleriano "Mein Kampf"?¿Puede una persona de color exhibir su "libertad" de pertenecer al KuKluxKlan ondeando una bandera confederada, vestido de nazareno con capirote y llevando una cruz ardiente?



Antes estos casos cualquier persona con un mínimo sentido de la dignidad desaprobaría que miembros de dos razas oprimidas, sojuzgadas y hasta masacradas hicieran tan ofensivo como ignorante alarde de sus torturadores, destrozando de paso la memoria de tantos inocentes asesinados por esas mismas bárbaras ideologías.

Pues desgraciadamente, cuando eso mismo ocurre en cualquier ciudad occidental con esas mujeres que "libremente" visten el hiyab, el chador, el niqab o el burka nadie se siente escandalizado por esos cientos de millones de mujeres que en el más que oprimido mundo islámico tienen que llevar obligatoriamente esos sambenitos, esas estrellas de David cosidas que las marcan como seres inferiores, prácticamente sin derechos y sometidas legalmente al poder del varón hasta tal punto que, si intentan romper esas cadenas, pueden acaban lapidadas en la vía pública por su blasfemia. 



Pero eso sí, que mujeres islámicas en Madrid, París o San Francisco luzcan "orgullosas" el atuendo de su degradante condición en total "libertad".




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