13 de agosto de 2015

El papanatismo nazionalcatólico del ministro del Interior es de juzgado de guardia



España tiene un ministro del Interior nazionalcatólico hasta la médula, que piensa que todavía vivimos en la Edad Media donde los cristofascistas como él pueden saltarse a la torera la legalidad vigente y usar los recursos de un Estado que pagamos todos los ciudadanos: ateos, musulmanes o budistas incluidos, para privilegiar sus absurdas creencias en monjas alucinadas.

Es de sobra conocida la devoción que le dedica el ministro del Interior a Teresa de Jesús, desgraciada monja enferma del cuerpo y de la mente que, de haber vivido en la actualidad muy probablemente estaría bajo estricto tratamiento psiquiátrico para intentar paliar sus delirios mentales y sus evidentes represiones sexuales tal y como comenté en una entrada previa

Pues bien, nuestro papanatas ministro cristianito, con motivo del aniversario de las alucinaciones de la monja demente ha tirado la casa por la ventana (por supuesto la nuestra, la de todos los españoles, que eso de pagar no se lleva para nada dentro del rebaño cristiano) y ha decidido regalar alojamiento gratuito en dependencias oficiales de la Escuela de la Policía de Ávila a nada más y nada menos que 200 peregrinos: monjas y frailes católicos para que puedan acudir a tan esperpéntico evento de la manera habitual, es decir sin que les cueste un duro a los católicos, que ya es tradicional que sus excesos los paguemos los contribuyentes españoles como si de la Edad Media se tratara. Así que si ya de por sí es vergonzoso que el ministro inaugure un evento de una entidad tan surrealista pues doble ración de cristofascismo.

Así que en resumen, en un país en donde se recortan los gastos sociales y las clases más desfavorecidas se encuentran al borde de la mendicidad, sin embargo siempre habrá unos cuantos millones de euros para montar saraos católicos en donde el clero pueda seguir haciendo aquello que mejor saben hacer: parasitar al estado y seguir haciendo proselitismo sin que por supuesto les cueste un euro. ¡Asco de país!


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