Si Dios quiere que sigamos quemando petróleo desaforadamente ¿quién somos nosotros simples pecadores para contradecir su santa voluntad?

Por todos es sabido que los grupos ultrareligiosos y los movimientos más reaccionarios de la ultraderecha han sido históricamente implacables enemigos del desarrollo científico puesto que cuestiona su prehistórica visión del mundo. No obstante, es difícil no asombrarse ante los medios que despliegan en su inútil y despilfarrador intento de limitar o tergiversar el conocimiento científico. 

Y el cambio climático es uno de los actuales caballos de batalla de estos movimientos. Así el cristianismo mesiánico de una interpretación literal de la Biblia llega a generar el más absoluto descrédito en sus defensores, puesto que sólo hay que recordar que hace algunos años John Shimkus miembro republicano del Comité de Comercio y Energía de la Cámara de Representantes de EEUU, sostuvo que el cambio climático era un mito porque Dios le dijo a Noé que nunca más volvería a destruir la tierra con un diluvio.  Este peligrosamente ignorante individuo llego a declarar que

“La tierra sólo terminará cuando Dios declare que es hora de terminar. El hombre no va a destruir la tierra. Esta tierra no será destruida por una inundación …. Creo que la palabra de Dios es infalible, inmutable, perfecta.“

Y por supuesto este tipo de alucinados no están solos, sino que están pródigamente financiados y forman parte de un poderoso entramado de grupos de presión que incluye a las grandes multinacionales de la energía, capaces de dilapidar la increíble cifra de mil millones de dólares anuales para financiar a un complejo entramado de asociaciones y fundaciones varias con el único objetivo de desacreditar los trabajos de los miles de científicos del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático. 

¿Se imaginan si estos miles de millones de dólares gastados absurdamente en promover la anticiencia se hubieran invertido en energía limpias o ahorro energético? Pues muy seguramente la situación actual sería bastante diferente.  Pero claro si dios dice que debemos seguir quemando petróleo desaforadamente ¿quién somos nosotros simples pecadores para contradecir su santa voluntad?