Después del los ataques
sincronizados contra revista satírica francesa Charlie Hebdo que ya comenté en
una entrada
anterior sólo queda solidarizarse con dicha revista para defender la libertad
de expresión, el cual es un pilar básico de la democracia y que está por encima
de cualquier ofensa a las creencias. Hay que volver a recordar que las
creencias no son personas y por tanto todas las ideas pueden ser menoscabadas, ridiculizadas
y criticadas. Podemos criticar al socialismo, al liberalismo, etc; podemos y
debemos reírnos de las creencias en los duendes, en las hadas o en los gnomos;
debemos rechazar a los timadores que usan el dolor de los familiares de un
fallecido para en supuestas sesiones de espiritismo aligerar la bolsa de los
infelices incautos; debemos mofarnos de videntes, hechiceros, brujas, etc; y
por supuesto podemos ridiculizar a cualquier religión (incluídas todas las que
se autodenominan verdaderas) pues como creo que dijo una vez el genial Groucho
Marx “Si no quiere que me ría de sus creencias, no tenga creencias tan
graciosas”.
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