Si como milagro entendemos la realización de un suceso altamente improbable, yo como ateo reconocido tengo que admitir (muy a mi pesar) que se ha producido un milagro en la muy católica Pamplona, tierra del Opus Dei y refugio de creyentes. Resulta que un peregrino de camino a las católicas jornadas de la juventud protagonizadas por el anciano Benedicto XVI ha sido corneado por un toro. ¿Un joven corneado por un toro en Pamplona? Menuda miseria de milagro, en todos los sanfermines aparecen varias cogidas. Sin embargo esperen vuesas mercedes que la noticia tiene su enjundia. Resulta que el susodicho peregrino ha sido corneado por un toro inanimado, fabricado en bronce y que forma parte de una escultura coral que representa los sanfermines pamplonicas. No me digan que no es un milagro. Por lo que se ve el torpe peregrino se encaramó en la mencionada estatua, e imagino que su ángel de la guarda cristiano estaría de vinos por el afamado barrio viejo de Pamplona, y debido a la exaltación del momento o por la comunión mística con su cristiano hacedor (el cual está presente en todos los rincones de la piadosa capital navarra) vaya usted a saber, se cayó con tan mala suerte que se clavó el pitón del broncíneo morlaco. Vamos, todo un argumento para una mala comedia. Pero no se vayan porque aún hay más, como dirían los viejos dibujos animados de la TV de nuestra infancia. Otro compañero suyo, peregrino cristiano también él, a la vista de tan increíble milagro e imagino que mediatizado por la sangre que brotaba de la herida de su compañero se desmayó también. Resultado, ambos fueron hospitalizados por los servicios de emergencia. No me digan que no es un milagro en toda regla. La única duda que me queda antes de convertirme en un piadoso religioso es si no es una obra del maligno para reírse descaradamente del poder de dios todopoderoso. Les mantendré informados.
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