6 de julio de 2011

El Observatorio del Pluralismo Religioso en España o cómo cometer los mismos errores una y otra vez

Que la iglesia católica vive en nuestro país rodeada de privilegios y parasitando a nuestra sociedad es algo obvio y contrastable. Lo más lógico en una democracia que debe ser neutral con todas las creencias o increencias de sus ciudadanos sería que dichos privilegios se eliminaran y que los católicos realizaran sus ritos en la intimidad sin interferencia estatal pero sin ningún apoyo público para no discriminar al resto de los ciudadanos. Pues bien lejos de proceder de esta sensata y democrática manera, desde nuestros poderes públicos se está extendiendo el erróneo y malsano pensamiento de que las administraciones públicas para no discriminar al resto de los creyentes en dioses igualmente absurdos que el católico, deben facilitar un tratamiento similar a todas las confesiones religiosas. Es decir que se están extendiendo los privilegios católicos a adventistas, anglicanos, mormones, pentecostales, budistas, cienciólogos, musulmanes, testigos de Jehová... Pues si no, no se puede entender que se haya creado un Observatorio del Pluralismo Religioso en España cuya finalidad es por ejemplo asesorar sobre cómo y dónde se puede enterrar a un musulmán o cómo debe ser un matadero para cumplir con los requisitos judíos. Por supuesto que el estado debe preservar las condiciones higiénicas, de salubridad y seguridad de nuestros cementerios (que por supuesto deberían ser civiles y abiertos a cualquier ciudadano) o de nuestras instalaciones de manipulación de alimentos pero perder el tiempo miserablemente en cumplir preceptos absurdos dictados por Dios, Alá o Iahvé a diversos supersticiosos ralla con la malversación de caudales públicos. Como esto siga así y por supuesto para no discriminar a nadie también deberemos atender las necesidades espirituales y materiales de satanistas, magos, brujos, hechiceros o practicantes del vudú puesto que sus creencias son tan igualmente válidas a las de las religiones ya consolidadas en nuestra piel de toro.

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