Acaban de asesinar a Shahbaz Bhatti, ministro de minorías en Pakistán por su oposición a las leyes antiblasfemia existentes en el país islámico por las que cualquier ciudadano pakistaní puede acabar en la cárcel por ofender al Islam. Otros políticos que se oponen a estas leyes como la parlamentaria Shehrbano Rehman están también siendo amenazados por grupos de fanáticos religiosos. Y luego dicen que la religión es sinónimo de paz. Y todo ello en un país que cuenta con armamento nuclear pero que tiene una ciudadanía anclada en el fanatismo religioso de la Edad Media. Que miedo.
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