Resulta que las monjas del monasterio cisterciense de Santa Lucía de Zaragoza tenían, agárrense, millón y medio de euros en billetes de 500 euros guardados en bolsas de plástico dentro del cenobio del convento. No seáis mal pensados, seguro que era para dar limosna a los pobres según fueran llegando a pedir al convento sin necesidad de pasar por el banco que siempre es un engorro meter bien el PIN en el cajero automático. Hasta que algún avispado y maléfico ladrón se enteró y adiós al santo dinero. Por supuesto dicho ladrón tiene todo mi reconocimiento, puesto que como dice el sabio refrán castellano: Quien roba a un ladrón tiene 100 años de perdón. Ahora esperemos que la Agencia Tributaria española investigue a fondo el origen de tan ingente cantidad de dinero no declarado y además multe y encarcele a las avispadas monjitas defraudadoras.
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