Dentro del siempre disparatado mundo de la religión merece
especial atención la obsesión de los alucinados mediadores de lo divino por
controlar y humillar al género femenino.
Para las religiones (y da igual cual sea esta) la mujer es
siempre un ente sospechoso, impuro y pecaminoso que debe estar bien sujeta a
las órdenes y los deseos del macho. Y así nos lo acaba de demostrar uno de los
miles de iluminados que tienen línea directa con el panteón hindú. Porque para
este más que impresentable individuo las mujeres que cocinen para sus
maridos (como los dioses mandan) cuando estén menstruando cometen un pecado de
tal magnitud que serán castigadas en su siguiente vida reencarnándose en
perras. Y para colmo, los maridos que coman dichos alimentos impuros acabarán
convertidos en toros.
Imaginen en una sociedad patriarcal y atrasada como es el
mundo rural indio la infinidad de maltrato conyugal y sufrimiento que provocará
en millones de familias devotas el andar controlando (y castigando) a las
mujeres en su periodo de menstruación.
Pero eso sí, sigamos rindiendo pleitesía
idiotizadamente a quienes no son más que enfermos mentales o peor aún, malvados
destructores de cuerpos y conciencias.
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