Si ya has tratado en tu blog el tema de cualquiera de los artículos que lees aquí, te animo a dejar en la sección de comentarios un enlace o URL que nos lleve hacia él, siempre y cuando no sea para hacer proselitismo de la superstición en cualquiera de sus variantes. Todos ganamos con el intercambio fomentando la discusión racional.

No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

Red Atea

Red de blogs AteosMagufos, Blogs de escepticismo y ciencia

Buscar este blog

7 de diciembre de 2018

Rezar traslada la responsabilidad y favorece el pasotismo


Una de las principales características de la religión es que permite que los creyentes se comporten como niños pequeños, transfiriendo sus obligaciones y su responsabilidad hacia esas más que imaginarias deidades. Y un reciente estudio científico así lo demuestra.

Las personas religiosas “piensan” (permítaseme la licencia poética) que esa inacción llamada rezar es algo loable. Así, ante las tragedias de la vida un creyente se postra de rodillas, enlaza las manos, cierra los ojos y cual avestruz se aísla de ese siempre tan incómodo cuando no terrible mundo que nos toca vivir, hecho que le sirve para acallar su propia conciencia y poco más. Pero un reciente estudio demuestra que rezar además insensibiliza al creyente.

En un estudio recientemente publicado una investigadora de la Universidad de Wyoming analizó el papel de la oración frente a las tragedias. Así la científica reclutó a varios cientos de personas religiosas para un experimento en el que les preguntó cuánto dinero darían a la Cruz Roja para ayudar a los damnificados de un huracán. Dividió a los sujetos de estudio en tres grupos iguales: a un tercio de las personas se les preguntó directamente por la cantidad que podían donar, grupo que se convirtió en el control del experimento. A un segundo grupo les hizo pensar en las víctimas de la tragedia con el resultado de que esos donantes fueron un 10% más generosos en sus donaciones. Hasta aquí todo normal, ya que visualizar a pobres desgraciados que han perdido su casa, sus posesiones y hasta familiares y amigos favorece la empatía y siempre es una forma de ablandar el corazón de las personas.

Finalmente al tercer grupo les pidió que rezaran por las víctimas antes de consignar en el experimento la cantidad que iban a donar. La cuestión es ¿rezar aumentaría o no la tasa de donaciones? Pues aunque en principio pudiera parecer sorprendente, las personas que habían rezado antes no sólo no fueron tan generosas como las que habían pensado en la tragedia, es más ni siquiera mantuvieron la cantidad de dinero donado por el grupo control (al que se le preguntó directamente), sino que fueron mucho más tacaños, ya que de media dieron un 62% menos dinero que el grupo de control.

En resumen, este experimento se puede interpretar como que al rezar el creyente asume que su aportación ya no es necesaria, puesto que alguien más importante y más poderoso que él ya se encargará de solucionar el problema. Sería algo así como si la ir por la calle se observa un incendio, se llama a los bomberos y ya podemos seguir caminando hacia nuestra casa o trabajo puesto que hemos avisado a los profesionales que se encargarán del asunto. Sin embargo, lo que no entienden los religiosos es que rezar es como llamar con un teléfono estropeado a un número que no existe, y aun así seguir pensando que se ha hecho algo no sólo productivo, sino hasta admirable.


No hay comentarios:

Publicar un comentario