15 de junio de 2018

El Universo infinito que postuló Giordano Bruno


Aunque la iglesia católica en particular y el cristianismo en general han sabido fabricarse una más que falsa apariencia de depositarios del saber, es evidente para cualquier persona mínimamente versada en historia que, desde que el emperador Teodosio firmo el Edicto de Tesalónica, los cristianos se dedicaron con fruición a acabar con cualquier atisbo de conocimiento, porque dentro de su más que delirante irracionalidad el pensar únicamente podía predisponer a las personas a dudar o incluso rechazar el conjunto de absurdeces en el que consiste la ortodoxia cristiana.

Y así durante cerca de dos milenios, salvo aquello que concordaba con las irracionalidades dogmáticas del más que limitado "conocimiento" cristiano, todo fue olvidado cuando no borrado directamente. 

Y por supuesto, cualquier nuevo pensamiento que cuestionara la más que estrecha visión de ese Universo de cartón piedra descrito en el Génesis no sólo fue considerado erróneo sino, lo que es mucho peor, impío y por lo tanto perseguible por el siempre tenebroso Santo Oficio hasta sus últimas consecuencias.

Y quizás el caso más paradigmático de esta irracional intolerancia fue el más que triste caso de ese monje que no entendió que dentro de la santa madre iglesia el raciocinio es pecado mortal, por muy certero que este fuese y que terminó en la hoguera por defender la primera revolución científica hasta sus más que evidentes corolarios, sufrido conocimiento que abrió paso a todo el increíble desarrollo posterior del pensamiento científico, pero que al pobre Bruno le terminó pasando una más que terrible factura tal y como lo relata el siguiente video extraído de la más que recomendable serie documental "Cosmos".


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