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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


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12 de junio de 2015

Libertad de los padres, riesgo de muerte de los hijos



Como dice el refrán, no hay nada más atrevido que la ignorancia. Y en este mundo en el que se ha malinterpretado el concepto de democracia hasta convertirla en una idiocracia, en donde si un par de cientos de miles de los más ignorantes miembros de nuestra especie deciden en su iletrada y santa voluntad que prefieren ser atendidos de sus dolencias (y lo que es peor la de sus inocentes hijos) por esos nuevos chamanes, que en realidad siguen practicando los mismos conjuros de hechicería que ya devastaban a nuestros pobres antepasados, pues no hay nada que hacer, se suspende cualquier atisbo de racionalidad y en nombre de la "libertad" de elección se olvidan tres o cuatro siglos de conocimiento científico y asunto arreglado.

Porque en esta época en donde los holgazanes de Gran Hermano, la Princesa del Pueblo que además es "escritora" y demás personajillos analfabetos funcionales y prácticamente débiles mentales son el espejo en donde se miran las nuevas generaciones como culmen máximo del éxito social, como se va a coartar la "libertad" de unos descerebrados padres por poner en peligro la vida de su vástago por su negativa a uno de los principales logros de la medicina científica, la vacunación. Porque si como desgraciadamente ha ocurrido, llegamos a una situación límite, entonces sí, ya se encargarán esos sufridos médicos (denostados por todo el iletrado mundo neohippie) de intentar salvar la vida del inocente niño de Olot, que se encuentra al borde de la muerte con los pulmones, los riñones y el corazón destrozados, con todas las herramientas científicas a su alcance para intentar evitar que ocurra lo peor, un terrible desenlace en el que el pobre chaval acabe muriendo por el criminal azar genético de haber nacido descendiente de unos padres más simples que el mecanismo de un botijo y menos evolucionados que esos patógenos que son incapaces de comprender en su homeopática ignorancia. 


Pero eso sí, que quede bien claro (en este mundo asolado por la mediocridad y en donde es un insulto y una ofensa el decir alto y claro la verdad) ¡nada de vacunaciones obligatorias! que van en contra del sacrosanto principio idiocrático de que un imbécil integral, por el simple y mero hecho de haber eyaculado o parido a un niño, piense que (por haber entrado en un par de webs y haber leído tres libros de autoayuda y vida sana) entiende más de epidemiología, fisiología, medicina, virología e inmunología que esos millones de científicos y médicos que se han dejado y se siguen dejando la piel para inventar y perfeccionar las vacunas, profesionales todos ellos que muy desgraciadamente a día de hoy tienen menos influencia que cualquier vociferante tertuliano de la degradante TV, anoréxica modelo incapaz de construir un par de frases hilvanadas o destripaterrones multimillonarios cuya única y estúpida habilidad conocida consiste en darle patadas a un balón hasta alojarlo en el fondo de una red bajo la vociferante mirada de cientos de miles de idiotizados seguidores que los veneran casi como si fueran héroes homéricos.

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