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No hay nadie más ignorante e inútil que aquel, que de rodillas y con los ojos cerrados busca una respuesta.


PARA SU INFORMACIÓN: Los ateos no creemos en ninguno de los 2.700 dioses que ha inventado la humanidad, ni tampoco en el diablo, karma, aura, espíritus, alma, fantasmas, apariciones, Espíritu Santo, infierno, cielo, purgatorio, la virgen María, unicornios, duendes, hadas, brujas, vudú, horóscopos, cartomancia, quiromancia, numerología, ni ninguna otra absurdez inventada por ignorantes supersticiosos que no tenga sustento lógico, demostrable, científico ni coherente.

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19 de septiembre de 2014

Fanatismo ateo o cómo manipular el significado de las palabras

A lo largo de los años de escritura, en este blog y más recientemente en "La Ciencia y sus Demonios" del que soy colaborador, he recibido innumerables calificativos, pero con diferencia el más profusamente usado contra mí a modo de insulto y de descalificación por creyentes en las más variadas religiones ha sido sin duda el de fanático ateo o fanático antireligioso.


Y aunque en múltiples entradas y comentarios de estos dos blogs he respondido profusa y contundentemente hoy únicamente quisiera dejar esta breve reflexión.

Qué triste mundo es éste en el que vivimos en donde enseguida se confunde y se iguala bajo la misma etiqueta a racistas, sexistas, talibanes varios, homófobos, explotadores de todo pelaje y ese largo etcétera de opresores de cuerpos y de mentes que pueblan y lo que es peor dominan este pequeño planeta con aquellos que intentamos (dentro de nuestras limitadas aptitudes y escasas fuerzas) denunciar sus tiranas ideas y sus execrables comportamientos.

Pero en fin, parece que lo correcto en este mundo descafeinado consiste en vivir en una exquisita neutralidad entre opresores y oprimidos, verdugos y víctimas, parásitos y explotados, sin poder decantarse nunca por nada, sin luchar por un mundo más racional e igualitario, sin protestar frente a la injusticia o la locura, aún cuando esta pasiva y cobarde actitud implique la pervivencia cuando no la perpetuación de la ignorancia, la explotación y el sometimiento a los mismos poderes que nos llevan oprimiendo desde la invención de la agricultura allá por los albores de la civilización, y todo ello para no ser etiquetado de radical o fanático.




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