Una derrota del creacionismo (por poco) en las escuelas norteamericanas

En EEUU aún cuando desde siempre ha existido una clara separación entre iglesia y estado delimitada por la propia constitución del país, se ha dado por el contrario la triste paradoja de que históricamente en las escuelas públicas ha habido una increíble tolerancia rayana muchas veces con el fanatismo religioso, de tal manera que el creacionismo bíblico literalista ha infectado los departamentos de ciencia de muchos colegios norteamericanos minándolos desde dentro e impidiéndose en la práctica la enseñanza normal de la biología evolutiva.

Así la resistencia (y por qué no decirlo la cobardía) de muchos de los propios profesores de biología estadounidenses a explicar claramente y sin pretextos la evolución para así evitar enfrentamientos con los padres con creencias religiosas, también la falsa equidistancia de otros docentes que afirman que en sus clases presentan los dos “extremos de la disputa”: la Biblia y la Teoría de la Evolución (cómo si alguna vez pudieran ser equiparables las demencias de unos ignorantes pastores de cabras con los datos científicos sólidamente establecidos por miles de investigadores) para que sean los propios adolescentes (en su infinita sabiduría hormonal) los que elijan entre las dos opciones como si de unas elecciones a representante de clase se tratara, y junto con aquellos profesores cristianos (cómo sólo en EEUU se puede ser) que creen a pie juntillas la verdad de la literalidad de la Biblia han llevado al paradójico extremo que en clases de ciencias de gran parte de los colegios de EEUU no se enseñe biología evolutiva y se haga descarado proselitismo religioso.

Y hasta ahora poco se podía hacer porque siempre se topaba uno con la sacrosanta libertad religiosa. Por ello, la reciente sentencia emitida en el estado norteamericano de Ohio puede dar un poco de esperanza. 

Resulta que un profesor de ciencias había decorado el aula donde impartía clase con versículos de la Biblia mientras en sus clases atacaba reiteradamente la Teoría de la evolución, animando a sus estudiantes a cuestionar el libro de texto oficial de biología. Además este profesor subía la nota a los estudiantes que veían una película creacionista recomendada por él mismo. El profesor tras ser despedido por negarse a quitar el material religioso de su aula, alegó que se habían violado sus derechos de conciencia y demandó al colegio por un millón de dólares, queriendo además ser reinstaurado en su puesto como docente. Tras dos años de juicios en diversas instancias judiciales, por fin el Tribunal Supremo de Ohio ha confirmado la legalidad del despido del profesor creacionista.

Pero no se crean, que la situación ha estado a punto de acabar en un absurdo judicial y un sinsentido educativo porque la resolución del tribunal ha sido aprobada por únicamente 4 votos contra 3. Los tres jueces discrepantes con la sentencia han alegado que el profesor había sido despedido por

"su disposición a desafiar a los estudiantes en sus clases de ciencias a pensar críticamente acerca de la teoría evolutiva y que [el profesor] les permitía discutir sobre diseño inteligente y creacionismo para debatir en el marco de la presentación del plan de estudios sobre evolución"

Vamos que según estos doctos (y muy probablemente cristianos) jueces ahora hay que enseñar a los adolescentes la Teoría de la Cigüeña cuando se hable de educación sexual o la Teoría de la Tierra Plana (por cierto tan cristiana y bíblica ella) en clases de astronomía o geografía para que los estudiantes piensen críticamente acerca de la ciencia y desarrollen su intelecto y su capacidad crítica.

Ahora imaginen si este caso en lugar de haberse planteado en el industrial Ohio hubiera ocurrido en cualquier estado del denominado cinturón de la Biblia. Lo mismo el colegio se arruina pagando la indemnización del profesor que además es readmitido para poder seguir enseñando a los estudiantes la científica verdad de que todos somos descendientes de un hombre hecho de barro, su costilla hecha hembra y las incestuosas relaciones entre ella y sus hijos y no las tonterías ateas de monos que se transforman en hombres por azares de un cambio climático acaecido en África hace millones de años.